lunes, 26 de noviembre de 2012

Una decisión de amor...amarse y amar en igual medida

Las cosas para la mujer, en muchos aspectos, han cambiado enormemente, hace solo 100 años atrás no votamos es decir éramos ciudadanos de segundo nivel, éramos bien de transferencia e intercambio social, las viudas eran un dolor de cabeza para la sociedad y las mujeres que tenían 20 y no se habían casado ni tenido hijos eran una paria.
Ahora tenemos mujeres que en algunas religiones son sacerdotisas o pastoras, tenemos mujeres que surcan los cerros luchando por la justicia y la no violencia contra la mujer, tenemos asociaciones que “solo y exclusivamente” se centran en la mujer, tenemos mujeres que a las 35 años recién están pensando si se casan o no, tenemos mujeres que recién de 5 años de casados se interrogan si tendrán hijos o no, hay mujeres que deciden ser madres sin padre (se que hay controversia en esto), hay mujeres que caminan de la mano sin temor a la burla y a la discriminación social, hay mujeres que reclaman a sus muertos o desaparecidos sin temor, hay mujeres que aman a sus hijos y a su hombre sin perder la maleta de cosas por hacer de la oficina, y ninguna de ellas, ninguna de las nombradas han perdido la feminidad que nos ha sido otorgada en nuestro ADN y que mantiene vivo este concepto tan claro y tan complicado a la vez que es ser mujer.
Las mujeres hemos conquistado cada paso de la empinada cuesta que nos ha tocado vivir como género y que caminamos cada día contra la discriminación, contra la violencia y la brutalidad del machismo puro y duro. Pero aún, aún, nos falta mucho por caminar, pero no en la conquista del camino, sino en la conquista de nosotras mismas, en sacudirnos de comportamientos y actitudes arcaicas de esperar y aguantar, sacudirnos de ideas retrogradas de que no podemos hacer ciertas cosas, sacudirnos del temor que come nuestros sueños por temor a voltear y ver que nadie nos siguió en la ruta, sacudirnos de la displicencia que nos ha dado los años y de la amargura que a veces nace del relego, sacudirnos de la falta de amor propio, de una baja autoestima y de la constante competencia “NADA SANA” que siempre existe entre las mujeres. La conquista, la gran conquista, no es de las feministas, o de un mundo de hombres (que es real) la verdadera conquista es de nuestro yo interior, de ese que siempre tiene atisbos grises de daños que signaron nuestras almas, y que quizá socialmente las heredamos de generación en generación.
Es hora de darse cuenta que la conquista es la interna, que la conquista es la de engordar nuestro YO, de darle convicción a nuestras concepciones y darle fuerza a nuestras acciones, de darle amor a nuestros días y permitirnos ser mejores mujeres cada día y no de luchar por ser como los hombres.
Es hora, de iniciar esa gran batalla que se inicia en nuestro interior, que nos susurra aquello que un hombre dijo hace muchos años: AMARSE Y AMAR A LOS OTROS EN IGUAL MEDIDA. Es la hora de levantarse del letargo, decir que fue suficiente, que SI SE PUEDE, que si vacilo hay otras mujeres que me pueden soportar en el camino, pero que es hora de tomar UNA DECISIÓN DE AMOR por nosotras primero y por todas y todos los que amamos, a ver si en 100 años tenemos un género más reconciliado con su ser femenino y con el lugar (50%) que le toca del “reino” (es decir de este hermoso mundo).
Y tú qué piensas. Chauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

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