La
resistencia al cambio es una realidad, una realidad tan inminente como que
respiramos. En mi vida no he encontrado una persona que tenga que cambiar algo
o mucho y de primera sonría, zapatee y corra a abrazar el cambio con una
sonrisa en los labios y sin dudas que nublen su aparente tranquilidad. Creo que
la resistencia al cambio es humana, es natural y es lógica por sobre toda las
cosas, porque cambiar significa dejar algo que hemos hecho por mucho tiempo,
que nos costos éxitos y fracasos para lograr acomodarnos a esa nueva (ahora
vieja) situación que se nos presentó, y de pronto, sin más ni más, tenemos que
cambiar. Ahora bien, lo que sí me parece que es importante conversar y analizar
es cuanta resistencia al cambio le imponemos al momento de emprender una
situación nueva en nuestra vida, cuanta de esa resistencia nos hace estar inmóviles
unas horas, unos días, unas semanas, unos meses o toda la vida, cuanta voluntad
y fuerza espiritual se necesita para no caer en el intento de perseguir ese
cambio cuando vemos que es bueno y positivo para nuestra vida.
En
nuestra vida, cuanto más años pasan, más cambios hemos tenido que afrontar,
vivir solos por ejemplo es un gran cambio en nuestra vida, conozco personas que
por “comodidad” en realidad me parece que es por “temor” no se lanzan a vivir
solos porque claro si fuera así no tendrían a nadie mirándole la cara, no
tendrían a nadie separándole la comidita y a nadie pasándole la manito cuando
caen enfermos L. Cuántas
veces hemos conversado con amigas que viven una situación muy difícil en sus
matrimonios, lo han intentado todo y nada ha funcionado y nos preguntamos en
silencio (porque no estamos para dar consejos creo) porque no se separa? Si realmente
sufre tanto, vivirá así toda su vida? Es que divorciarse, separarse, vérselas sola,
es súper difícil y más aún si tienes hijos, pero el tema es que por más difícil
que sea no es imposible, al principio costará y mucho carajo, pero luego, con
los meses vendrá la calma, el sosiego, y de hecho una vida mejor, siempre vivir
en paz y con amor pero con menos, será mejor que vivir acompañado, con más,
pero sufriendo eternamente. Cuántas veces hemos tenido que cambiar en el
trabajo la forma de hacer las cosas, o hemos tenido que cambiar de trabajo y se
nos ha hecho un mundo, hemos querido tirar todo por la borda y meternos a la
cama y decir BASTAAAAAAA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡. Por último cuantas veces hemos tenido que
cambiar de vida ante la pérdida de un ser amado, ante un cambio drástico en
nuestra salud, o ante la llegada de una nueva persona a nuestras vidas.
Cambiar,
es difícil, enfrentarte a nuevas cosas, nuevas situaciones, nuevos
sentimientos, también lo es. Es muy pero muy difícil cambiar, es por ello
importante revisar cómo va nuestra fuerza vital, si la resistencia al cambio
nos hará quedarnos donde estamos toda la vida o será normal en cantidad y luego
de disfrutarla y mirarla, nos hará caminar más animados y más lejos hacia donde
queremos y hacia donde debemos. Que no nos pase decir “me gustaría vivir así”
como si vivir de determinada manera fuera una casualidad, y no un esfuerzo de
años, que no nos pase decir “cuanto extraño……” y no damos los pasos necesario
para dejar de extrañar, que no nos pase decir “hace tiempo que no me das un
beso apasionado” sin nosotros darlo primero, que no nos pase decir “ya estoy
vieja, no cambiaré” porque no estamos viejos, ni la vida es siempre, es ahora.
Culmino
pensando, que la resistencia es tan real en la vida del ser humano como la búsqueda
de la felicidad, pero ello no significa que la aceptemos como parte de nuestro
ADN, que le demos un tiempo determinado para que haga su aparición en el
escenario y que luego le digamos CHAU, cuidado, debemos tener mucho cuidado que
la resistencia al cambio nos inmovilice, nos aplaste y nos deje SIN VIVIR LA
VIDA A PLENITUD. Chauuuuuuuuuuuuuuuuuu.