jueves, 21 de noviembre de 2013

Decisiones...cada día



Hoy se levanta una pared entre mi casa y la tuya, y cuando la vi callé, callé porque mi corazón se apenaba con esa pena que ya sabíamos que existía en mi alma, porque el perro ladraba y me recordaba cuando pequeño me pisaba los pies, callé porque entre las risas y dudas de mi hijo, quedó todo claro y recordé un pasaje que me encanta “está todo consumado”.
Este se podría decir que ha sido el año de las decisiones, decisiones tan bravas que mi corazón no deja de dar saltos a caballo desbocado, pero tan bien mi mente me recuerda que las decisiones son parte de la existencia humana, y que sin esas decisiones la vida nos pasa por encima como aplanadora.
Las decisiones vienen de todos los tamaños, de todos los colores y en todos los sabores. Cuando tomamos una decisión no siempre es fácil, como cuando eres niño y decides después de mil “tirate, yo te espero abajo” tirarte del filo de la piscina y se te mete el agua por la nariz y zas, no pasó más nada que “lo lograste”. Decisiones como unirte a una persona “hasta que el amor dure” como dice alguien que mucho quiero. Decisiones como es enfrentar a todos y decir que “no eres como todos” que eres distinta, que amas distinto y que sientes distinto. Decisiones como cuando dejas atrás el dolor, la cólera, la violencia, el desgano de cada día, y decides que hoy será tu día y que lo que no ayuda “estorba” (esa es de mi marido).
Los hombres y las mujeres tomamos procesos diferentes para tomar decisiones, no entraré en el tema de quien es más sentimental y quien lo es menos, entraré al tema de que los hombres se demoran más para tomar decisiones, son más fríos y más calculadores para tomar las suyas. Nosotras las tomamos un poco más rápido, calculamos pero también sentimos. Sea de una forma o de otra (no todos somos iguales) indefectiblemente llegamos al punto que debemos decidir dejar una chamba porque es muy dañina o dejar a una persona porque me está matando o por último cambiar de vida porque me estoy asfixiando.
Las decisiones y tomarlas es un proceso, porque qué bueno sería que una vez que las tomaste, zassss se acabó y de allí viene el final feliz tipo película de los años 50 MENTIRA luego de la decisión viene el verdadero Señor Merengue como dice mi madre, el futuro, el destino, el camino se muestra en todo su esplendor y si no tuviste el suficiente impulso cuando tomaste la decisión, chau chauuuuuuu, seguro que declinamos, seguro que nos perdemos, seguro que claudicamos.
Lo peor creo es que pase un año y la única decisión que haya tomado es cambiar de marca de toalla higiénica y a qué lugar nos vamos de vacaciones, cagados, ahí si que cagados, porque significa que la vida nos pasó por encima y no nos dimos cuenta.
Así, que finalmente, a tomar decisiones, porque aun cuando la pared se construya y el pecho duela, más duele estar sentado frente a la vida que pasa a todo galope en el camino, y uno allí, sin hacer nada, cual tía de la familia ingals (no se si se escribe así) tejiendo sueños que nunca llevará acabo. Chauuuuuuuuuuuuuuuuu.

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