Ya que hoy es día de todos los muertos, quisiera escribir del dolor, la pena y la tristeza; de los tiempos y las formas de vivirlos y de a veces, cuan difíciles somos en aceptar el dolor ajeno.
Recuerdo claramente como una persona a la que adoro ante una perdida irreparable me dijo que la pena, el dolor, la tristeza es tan personal que nadie debería de imponerle al otro ni un tiempo ni un modo de vivirla. La vida me ha ido enseñando que es cierto, la pena, el dolor y la tristeza no puede ni debe ser estandarizada en su forma de vivirla, y no digo de sufrirla porque con el paso de los días ya dejas de sufrirla y comienzas a vivirla, se convierte en parte de tus pasos, y en tu sombra en cada recodo del camino.
Creo que todos hemos sentido esta pena, este dolor, esta tristeza desgarradora, que nos ha partido en dos, entonces, y aquí viene mi pregunta, porque medimos con una vara distinta al otro, es decir, porque si a mi la forma de vivir mi pena es en silencio, distante y me dura meses, porque le digo al otro cuando se enfrenta a algo igual que se vaya de viaje, que ya estuvo bueno el tiempo que se ha dado a la pena, que ya tiene que rehacer su vida, que ya no tiene porque recordar esos momentos, que es extraño que siga taciturno, no lo sé, esas cosas que dicen las personas que sienten que tienen autoridad sobre nuestros sentimientos. Porque con nosotros somos tan dulces, tan tiernos, tan suaves, y con los otros somos como una espada. Seguro algunos me contestarán con la teoría del amor, de no querer que el otro sufra lo que tu sufriste, pero por Dios, dejemos a la gente en paz, cada uno vive su pena de modo distinto, y si no queremos sonreír no sonreiremos, y si queremos llorar lloraremos, y si queremos andar de mal humor andaremos de mal humor, y si queremos escuchar canciones tristes lo haremos y hasta evocaremos la letra en silencio, haremos eso y mucho más hasta que nuestro corazón de un vuelco y nos diga que fue suficiente, que ya dolió suficiente, que podemos pasar a la siguiente etapa. No importa cuanto dure, no importa cuantos silencios y lagrimas allá, cuantas malas decisiones tomemos, cuantos días pasemos en pijama, cuanto nos cortemos el cabello y de que colores nos lo pintemos, solo el corazón sabe como vivir estos momentos, así como solo el corazón sabe como vivir el amor profundo y la alegría traviesa.
Seamos dulces y tiernos con la pena, el dolor y la tristeza del otro, no demos fórmulas, porque lo que me sirvió a mi, no te sirve a ti, más bien si estemos allí, porque en los momentos más complicados del ser humano, el "saber" que el otro está allí, es suficiente, quizá nunca estiremos la mano, o quizá muy seguido, no lo se, cada uno lo sabrá, pero estemos allí, con la puerta abierta, porque eso, solo eso, es más que suficiente.
Así que hoy, que es día de todos los muertos, pido disculpas por no ser tierna ni dulce cuando otros tuvieron pena en el alma; porque el mal entendido amor que les tenía me hizo querer no verlos sufrir, y estuve equivocada, terriblemente equivocada, debí estar ahí para compartir el momento en silencio, sin consejos y con todo el amor que anida mi corazón.
Seamos dulces y tiernos con la pena, el dolor y la tristeza del otro, no demos fórmulas, porque lo que me sirvió a mi, no te sirve a ti, más bien si estemos allí, porque en los momentos más complicados del ser humano, el "saber" que el otro está allí, es suficiente, quizá nunca estiremos la mano, o quizá muy seguido, no lo se, cada uno lo sabrá, pero estemos allí, con la puerta abierta, porque eso, solo eso, es más que suficiente.
Así que hoy, que es día de todos los muertos, pido disculpas por no ser tierna ni dulce cuando otros tuvieron pena en el alma; porque el mal entendido amor que les tenía me hizo querer no verlos sufrir, y estuve equivocada, terriblemente equivocada, debí estar ahí para compartir el momento en silencio, sin consejos y con todo el amor que anida mi corazón.