Hoy
descubrí que soy madre, no porque recién lo fuera, sino porque hay hitos en la
vida que te hacen ver la realidad con más precisión. Hoy descubrí que soy madre
y que soy hija, no porque recién lo fuera, sino porque hay hitos como el cumple
de mi madre, que me hace recordar cuanto extraño ser hija, y tirarme en su
regazo y pensar que nada sucede, que nada pasa, que todo pasará si cierro los
ojos y sueño un lindo sueño.
Ahora
que cocino por las noches, trabajo como loca, amo como desesperada y me quedo
sin aliento al terminar el día, la semana y el mes, recuerdo a mi madre, con
más nitidez, la recuerdo. Mi madre con sus pantalones campana, sus zapatos que
se atan de color marrón y su blusa celeste con grabados tipo centro américa,
era toda una heroína (siempre lo supe, a veces lo calle y me apena, pero hoy el
recuerdo es más vívido). Ella, mi madre, es una triunfadora en la vida y en el
amor, y no porque sea perfecta, sino porque a través de los años ha aceptado
sus imperfecciones, porque las mira con naturalidad y con humildad, porque no
solo quiso un mundo mejor, sino porque lo ha construido en el tiempo, no solo
con sus hijos, sino con los hijos de otras personas (es maestra), y porque
ahora en este nuevo amanecer de su vida, sigue incesantemente creyendo que el
mundo puede cambiar y puede ser mejor, de pocos, paso a paso, con mucho amor y
fuerza.
La
recuerdo sonreir por la ventana y decirme adiós cuando iba al colegio, recuerdo
haberme peinado el cabello cuando le contaba que el chico que me gustaba no me
miraba, y supongo (porque no lo recuerdo) que me habrá contado alguna
experiencia personal (como siempre lo hacía) y me habrá dicho que no me
preocupe, que todo pasa, y lo mejor de todo pasó. Recuerdo que estuvo allí
cuando me equivoqué garrafalmente, recuerdo que estuvo allí cuando llore hecha
un nudo sin esperanza de poder volver a armar mi vida, no solo una vez, sino
dos veces, recuerdo que estuvo allí cuando le dije que iba a ser madre,
recuerdo que estuvo allí cuando lloré de alegría y recuerdo su voz entre
cortada en el teléfono cuando le contaba mis temores como madre, mis
equivocaciones y mis pesares, y ella con amor me decía, nuevamente, que
equivocarse es normal, que no sea tan dura conmigo misma y que todo pasa, y
nuevamente espero, jijijiji, tenga razón.
Hoy
mi madre cumple un año más conmigo y con el resto del mundo claro, con su nieto
que la adora y con mi padre a quien ama locamente, más allá de lo entendible,
hoy mi madre cumple un año más creyendo férreamente en Dios, creyendo que la
paz es el único modo para cambiar este mundo y que el amor todo lo puede. Se,
que soy un conjunto de experiencias y ejemplos, pero sé también que esta mujer,
esta formidable mujer, esta gran mujer, que sabe reir y pensar y actuar para un
mundo mejor, me caló en el alma, formó cada cuerda de mi corazón, esbozo mi
sonrisa, y me hizo ETERNAMENTE SU FAN.